El mercado mexicano inició la semana con señales mixtas: por un lado, el desempleo mostró un repunte que encendió las alertas sobre la fortaleza del crecimiento económico; por otro, el peso logró sostenerse gracias al entorno internacional, en el que la expectativa de un recorte de tasas por parte de la Reserva Federal (Fed) domina la narrativa financiera global.

Según los últimos datos, la tasa de desempleo en México registró un incremento de 2.8% en el último mes, un resultado que refleja un enfriamiento en la actividad productiva en un momento donde la economía ya muestra síntomas de desaceleración. El dato se suma a los ligeros avances en inflación, lo que complica aún más la lectura de política monetaria tanto para el Banco de México (Banxico) como para los inversionistas que siguen de cerca los movimientos del mercado cambiario.


Presión sobre el peso y reacción del mercado

De acuerdo con Emanuel Juárez, analista de HF Markets, este aumento en el desempleo genera una presión bajista sobre el peso al evidenciar fragilidad en la economía local. Sin embargo, la dinámica cambiaria sigue más vinculada al entorno global que a los indicadores internos:

“La debilidad del dólar frente a este escenario ha permitido que las monedas emergentes se mantengan estables, compensando parcialmente los efectos negativos del dato nacional. En este contexto, el tipo de cambio refleja un peso con leve avance de +0.10%, mostrando que el factor externo sigue teniendo mayor peso en la dirección de la divisa mexicana”, explicó Juárez.

En otras palabras, aunque el desempleo apunta a un debilitamiento de la economía mexicana, la expectativa de un recorte de tasas de la Fed el próximo 17 de septiembre ha dado un respiro a las divisas emergentes, entre ellas el peso mexicano, que mantiene cierta estabilidad.


La postura del Banco de México: cautela en tiempos inciertos

Para Renato Campos, analista de GH Trading, el panorama refuerza la posición cautelosa del Banco de México. Aunque la institución venía aplicando recortes en la tasa de interés durante los últimos meses, el repunte en desempleo y la incertidumbre internacional podrían frenar la tendencia.

“En el corto plazo, el peso mexicano podría mostrar cierta debilidad dependiendo del tono que adopte el banco central en sus próximas reuniones, al mismo tiempo se espera que la Fed concrete finalmente un recorte en la tasa de referencia”, señaló Campos.

El reto para Banxico será balancear dos factores: la necesidad de mantener condiciones monetarias atractivas para la inversión extranjera frente a la urgencia de no frenar aún más la economía interna.


El papel de Estados Unidos: inflación y política monetaria

El factor decisivo no está en México, sino en Estados Unidos. Una lectura de inflación más alta de lo anticipado en ese país reforzaría al dólar y complicaría el escenario para el peso hacia el cierre del mes.

El dato clave será el índice de precios PCE subyacente, que se publicará mañana.

Como resume Juárez:

“Todo depende de ese dato. Un PCE en línea con lo esperado abriría la puerta a que la Fed confirme el inicio de su ciclo de recortes; pero cualquier desviación al alza cambiaría de inmediato el apetito de los inversionistas”.


Implicaciones para los líderes empresariales

Más allá de la volatilidad inmediata en el tipo de cambio, el aumento en el desempleo y la cautela monetaria envían un mensaje claro al sector empresarial: los próximos meses estarán marcados por la incertidumbre en los mercados financieros y la presión sobre el consumo interno.

Para los tomadores de decisión, este entorno sugiere:


Conclusión

El repunte del desempleo en México llega en un momento delicado: la economía muestra señales de enfriamiento, el peso depende de factores externos y los bancos centrales enfrentan el reto de ajustar su política sin descarrilar el crecimiento.

El próximo dato de inflación en Estados Unidos será el catalizador que determine si la narrativa global se inclina hacia un ciclo de recortes o hacia una nueva ola de incertidumbre financiera.

En este escenario, la clave para México será mantener la confianza de los inversionistas y, al mismo tiempo, impulsar políticas que fortalezcan el mercado interno, para que los vaivenes internacionales no sean el único factor que defina el rumbo del peso y de la economía nacional.

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