Carlos Tapia, CEO de BALAM Energy, en entrevista para Energy Talks, destacó los retos del sector energético en México. Afirmó que el país depende un 80% del gas natural de EE.UU., lo que plantea riesgos en la seguridad del suministro. Subrayó la necesidad de desarrollar infraestructura de almacenamiento y fomentar el biogás como fuente de energía renovable. BALAM Energy se especializa en gas natural y proyectos sustentables, contribuyendo a la transición energética del país.
En una reciente entrevista para la sección Energy Talks de Neuron Business Media, tuvimos el honor de hablar con Carlos Tapia, CEO de BALAM Energy, quien compartió su visión sobre el estado actual del sector energético en México, específicamente en torno al gas natural y los retos que enfrenta el país en términos de infraestructura, suministro y transición hacia energías más limpias.
BALAM Energy: Trayectoria y Enfoque
BALAM Energy es una consultoría con una sólida trayectoria en el sector energético mexicano. Tapia destacó que, en conjunto con sus socios, acumulan más de 50 años de experiencia en el desarrollo de proyectos energéticos. El principal enfoque de BALAM se centra en el gas natural en sus diferentes formas: licuado, comprimido, vehicular y, más recientemente, biogás o gas natural renovable. Además, la empresa también trabaja en proyectos verdes y de valorización de residuos, tanto orgánicos como inorgánicos, impulsando soluciones sustentables para sus clientes.
Suministro de Gas en México: Infraestructura y Dependencia
En cuanto al sistema de suministro de gas en México, Tapia detalló que el país cuenta con alrededor de 12,000 kilómetros de gasoductos, una cifra que contrasta con los más de un millón de kilómetros que tiene el estado de Texas, en EE.UU. Actualmente, México depende en un 80% del gas proveniente de Estados Unidos, que llega a través de gasoductos desarrollados tanto por la CFE como por CENAGAS. Esta dependencia plantea riesgos en caso de una emergencia, ya que el país carece de suficiente infraestructura de almacenamiento de gas. Tapia alertó sobre la importancia de desarrollar proyectos en este ámbito, particularmente en estados como Veracruz y Chihuahua, para evitar una crisis en caso de una interrupción en el suministro.
El sureste y noroeste de México representan zonas aisladas en términos de suministro de gas, por lo que se están explorando estrategias como el uso de gasoductos virtuales, donde el gas se transporta por carretera en forma licuada o comprimida. Según Tapia, aunque México ha avanzado en infraestructura, aún falta por cubrir zonas claves del país, especialmente en el sur.
Tipos de Gas y Usos en México
El gas natural, compuesto principalmente por metano (CH4), es la forma más común utilizada en el país. Tapia explicó que este tipo de gas es esencial para la generación de electricidad y para procesos industriales que requieren cogeneración. También se emplea en vehículos, en sustitución de combustibles como gasolina y diésel, lo que permite una reducción de emisiones contaminantes. Sin embargo, Tapia subrayó que el desarrollo del biogás es una de las áreas en las que México aún está rezagado. Para fomentar esta fuente de energía renovable, BALAM Energy colabora con el Consejo Nacional de Biogás para impulsar proyectos que reduzcan la dependencia de fuentes externas.
Retos en el Abastecimiento de Gas
Tapia fue contundente al señalar que México debe preocuparse por su falta de reservas de gas. En la actualidad, el país depende de lo que está disponible dentro de los gasoductos, lo que lo pone en una posición vulnerable. Además, las terminales de gas natural licuado (LNG) no son suficientes para cubrir toda la demanda. A pesar de que existen planes y propuestas para mejorar esta situación, como el trabajo de CENAGAS y el desarrollo de campos de almacenamiento, estos han quedado pausados. Tapia espera que la próxima administración retome estos proyectos de forma prioritaria.

El Gas Natural: Un Combustible de Transición
Para Tapia, el gas natural juega un papel crucial como combustible de transición en la transición hacia energías renovables. Aunque sigue siendo un contaminante, sus emisiones son significativamente menores que las del petróleo o el carbón. Esto convierte al gas natural en una opción viable a corto y mediano plazo mientras se avanza hacia la descarbonización. En este sentido, Tapia subrayó la importancia de combinar tecnologías renovables con el uso eficiente del gas natural, asegurando que ambos enfoques deben trabajar en conjunto para lograr una matriz energética más sostenible.
Desafíos de Infraestructura y Logística
Uno de los principales desafíos que enfrenta México en su sistema de gasificación es la falta de infraestructura adecuada. Tapia destacó que mientras zonas como el norte del país están bien cubiertas, el centro y el sur presentan dificultades. La creación de una red de gasoductos más densa y el desarrollo de almacenamiento en varias zonas del país son fundamentales para mejorar el suministro. Además, el transporte de gas mediante ruedas es una solución temporal, pero la meta debe ser desarrollar proyectos que permitan una distribución más amplia y eficiente del gas.
Dependencia del Gas Importado
El hecho de que México depende en gran medida del gas importado de EE.UU. representa un riesgo significativo para la seguridad energética. Según Tapia, la producción local de gas es insuficiente, y aunque se ha incrementado en los últimos años, sigue siendo un porcentaje muy bajo respecto a la demanda nacional. Por lo tanto, es crucial incentivar la producción interna, permitiendo a las empresas privadas un papel más activo en el desarrollo de este recurso.
Conclusión
Carlos Tapia dejó un mensaje claro: “México tiene un gran potencial para desarrollar una industria energética más eficiente y sustentable”, pero para ello es necesario contar con estrategias claras y cooperación entre el gobierno, la industria privada y las comunidades locales. El gas natural, en combinación con las energías renovables, puede ofrecer una transición hacia una matriz energética más limpia y segura, pero esto requiere de inversiones en infraestructura, incentivos para la producción local y el desarrollo de tecnologías emergentes, como el biogás.